En el cole tenía una cara tonto que no
podía con ella y ahora, míralo, se ha convertido en un rompebragas
de la hostia. Y no me explico cómo lo hace, tío, porque ahora cara
de tonto, tonto no tiene, pero tampoco le da para anunciar enciclopedias, y guapo no es. Ni alto ni cachas, ya lo sabes tú, es
un tirillas.
Pues resulta que el otro día fue a un
concierto, según contaba en el bar, y tuvo que ir solo porque decía que nadie del barrio lo quería acompañar, y lo que pasa es
que a nadie le gusta la mierda música esa que escucha, que sigue
con sus mismas mierdas y cosas raras de siempre, sigue hasta con los
cromos aquellos raros de bichos que le molaban, ¿te acuerdas? Pues
igual. Pues iba para el concierto en el metro y se ve que se le sentó
una tía al lado y que le empezó a rozar la pierna. La miró por el
rabillo del ojo y debía tener unos 40 años, era rubia y estaba muy
follable. Y debe ser verdad porque mentiroso no es ni lo ha sido
nunca, las cosas como son. Le dijo a la rubia que era un vendedor de
seguros y que si le interesaría que le explicara las cosas esas que
explican los vendedores de seguros. Ya ves tú los seguros que ha
vendido él en su vida. Sale siempre con lo primero que se le ocurre
y lo lleva hasta el final sea cual sea. Eso hay que reconocérselo
también o hasta casi te diría que admirárselo. La rubia le dijo
que iba para su casa porque venía de trabajar, dice que empezó a
sonreírle y a tocarse el pelo y que eso no falla nunca, y que
enseguida vio que quería bacalao y yo qué sé qué más, todas esas
cosas que se le ocurren cuando explica historias, ya sabes cómo se
pone to loco de los nervios y da esos saltitos ridículos que hace
sin darse cuenta. Pues la rubia le contó que estaba separada y vivía
sola, y que si quería, podían ir a su casa para que le explicara lo
de los seguros más cómodos, y que en la próxima parada ya se
bajaba. ¿Adivina quién fue al concierto? Jajaja. Eso también lo
tiene, le gusta más el matute que todas sus mierdas de cromos de
bichos y cosas de friki juntas. Decía que iban charlando guay y todo era
normal, pero que cuando entran al piso hay un negro gordo en
calzoncillos viendo la tele y tomándose una birra. ¡Hostia tú, es
que esas cosas sólo le pasan a él! Se acojonó, normal, con lo
esmirriao que es lo primero que debió pensar fue: el negro éste me
coge en una habitación de éstas y me deja el culo como la paella de
Villarriba. Se ve que el negro era el padre de la rubia, que era
adoptada, y el hombre estaba pasando unos días con ella en la ciudad
y luego volvía al pueblo a cuidar sus tierras. Suena raro, pero hay
negros que tienen tierras. También tienen derecho, ¿no?
La rubia le dió 20€ para que se
fuera al bar, se supone que a hincharse a cerveza porque cogió los
20€ y se iba en calzoncillos. Cuando llegaron no era la primera
birra que se había bebido, eso está claro. La rubia le sacó un
chándal rollo venezolano, de aquellos de yonqui de los 80, ¿te
acuerdas de aquellos chandals?, ¿aquellos que hacían juego con las
riñoneras? Pues de ésos. Imagina a un negro borracho metido en un chándal
fucsia fosforito. Jajaja y si escucharas cómo lo explicaba él, te
partes el ojete. Imagínatelo allí, en medio de todo el percal
cuando sólo iba a un concierto. Pues el negro desapareció y no se
volvió a saber de él. Nada más cerrar la puerta el negro, la rubia
lo cogió de la mano y lo llevó al lavabo, le saco el rabo y empezó
a lavárselo con jabón de manos. Se ve que lo hacía como el que
limpia las gafas, con morbo cero. Lo vio raro, pero, al menos ya
tenía la polla fuera y se la estaban tocando, decía. La rubia se la
volvió a guardar y le preguntó si quería cenar, que iba a hacer
una tortilla de patatas y que si él era de los de con cebolla o de
los de sin cebolla. ¿Pero qué coño me está preguntando esta mujer
de la cebolla?, si yo lo que quiero es follar, me cago en mi puta
vida...
Se tuvo que comer la tortilla y encima
con cebolla. ¿Te imaginas? ¡Qué asco por Dios con cebolla! Jajaja.
Pues terminaron la tortilla y la rubia le dijo: Ven, acércate,
guapo. Se acercó a ella, le desabrochó y bajó los pantalones hasta
los tobillos y se la metió en la boca. Decía: Y sin lavarse los
dientes, ¡me cagüendios!, que notaba hasta los tropezones en el
capullo y encima me la estaba dejando apestada a cebolla. Pero la
chupaba de vicio, eso sí lo tenía, sabía lo que hacía.
Le empieza a tocar las tetas y se ve
que eran duras, que eran de silicona. Sigue bajando y le empieza a
meter la mano por debajo de la falda y, ¿adivina lo que encuentra?
Sí, una pitón buscando cueva. Jajajajaja. Ahí los saltitos que
daba explicándolo ya se le iban tres pueblos. Decía que empezó a
gritarle: ¡Quita, bicho!, pero que la rubia la tenía metida hasta
la campanilla y se abrazaba fuerte, agarrándolo bien del culo para
que no se pudiera soltar. Él le cogía la cabeza y hacía fuerza
hacia atrás, pero era inútil, la rubia se había aferrado bien y él
sólo hacía que girar la cabeza desesperado por si aparecía el
negro a traición y le ponía el ojete en carne viva. La rubia decía:
Cójgete en mig bojca, gjuapetón, quiejgo colajgeno. Al final le dio
una hostia y se pudo liberar. La rubia se puso de pie, se levantó la
falda y le enseñó una percha como el antebrazo de un vikingo
mientras le decía: ¿No quieres probar a mami, bombón? Te gustará.
Salió corriendo de allí mientras se subía los pantalones, que de
poco se mata por las escaleras, y llegó al barrio con un color de
cara que los que lo vieron creyeron que se había hecho gótico o emo
o alguna cosa de esas de gente que no le gusta trabajar. Salió escaldao, pero se le pasó al día y
medio, ya lo conoces. Después nos lo contó en el bar con unas
birras y nos echamos unas risas. Dijo que le gustaría que hubieses
estado porque a ti te gustaban sus historias más que a nosotros.
Él vendrá la semana que viene, ésta
me tocaba a mí. Te traerá el lápiz rojo, el que te gustaba usar en
Abril. Te dejo aquí el verde, que no me olvido que es el que te
gustaba para acabar Mayo. En el fondo él y tú siempre habéis
compartido rarezas...Encantadoras rarezas. Y no te preocupes, ha
asumido tu legado, le enseñaste bien, cuida bien de nosotros. Ahora
él es el blanco, como tú decías, la suma de todos los colores...Como tú.
Te echo mucho de menos amigo...
Y llorando a lagrima viva desde el fondo de su alma, como un niño, salió del cementerio.
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