martes, 2 de junio de 2015

LÁPICES DE COLORES

En el cole tenía una cara tonto que no podía con ella y ahora, míralo, se ha convertido en un rompebragas de la hostia. Y no me explico cómo lo hace, tío, porque ahora cara de tonto, tonto no tiene, pero tampoco le da para anunciar enciclopedias, y guapo no es. Ni alto ni cachas, ya lo sabes tú, es un tirillas.

Pues resulta que el otro día fue a un concierto, según contaba en el bar, y tuvo que ir solo porque decía que nadie del barrio lo quería acompañar, y lo que pasa es que a nadie le gusta la mierda música esa que escucha, que sigue con sus mismas mierdas y cosas raras de siempre, sigue hasta con los cromos aquellos raros de bichos que le molaban, ¿te acuerdas? Pues igual. Pues iba para el concierto en el metro y se ve que se le sentó una tía al lado y que le empezó a rozar la pierna. La miró por el rabillo del ojo y debía tener unos 40 años, era rubia y estaba muy follable. Y debe ser verdad porque mentiroso no es ni lo ha sido nunca, las cosas como son. Le dijo a la rubia que era un vendedor de seguros y que si le interesaría que le explicara las cosas esas que explican los vendedores de seguros. Ya ves tú los seguros que ha vendido él en su vida. Sale siempre con lo primero que se le ocurre y lo lleva hasta el final sea cual sea. Eso hay que reconocérselo también o hasta casi te diría que admirárselo. La rubia le dijo que iba para su casa porque venía de trabajar, dice que empezó a sonreírle y a tocarse el pelo y que eso no falla nunca, y que enseguida vio que quería bacalao y yo qué sé qué más, todas esas cosas que se le ocurren cuando explica historias, ya sabes cómo se pone to loco de los nervios y da esos saltitos ridículos que hace sin darse cuenta. Pues la rubia le contó que estaba separada y vivía sola, y que si quería, podían ir a su casa para que le explicara lo de los seguros más cómodos, y que en la próxima parada ya se bajaba. ¿Adivina quién fue al concierto? Jajaja. Eso también lo tiene, le gusta más el matute que todas sus mierdas de cromos de bichos y cosas de friki juntas. Decía que iban charlando guay y todo era normal, pero que cuando entran al piso hay un negro gordo en calzoncillos viendo la tele y tomándose una birra. ¡Hostia tú, es que esas cosas sólo le pasan a él! Se acojonó, normal, con lo esmirriao que es lo primero que debió pensar fue: el negro éste me coge en una habitación de éstas y me deja el culo como la paella de Villarriba. Se ve que el negro era el padre de la rubia, que era adoptada, y el hombre estaba pasando unos días con ella en la ciudad y luego volvía al pueblo a cuidar sus tierras. Suena raro, pero hay negros que tienen tierras. También tienen derecho, ¿no?

La rubia le dió 20€ para que se fuera al bar, se supone que a hincharse a cerveza porque cogió los 20€ y se iba en calzoncillos. Cuando llegaron no era la primera birra que se había bebido, eso está claro. La rubia le sacó un chándal rollo venezolano, de aquellos de yonqui de los 80, ¿te acuerdas de aquellos chandals?, ¿aquellos que hacían juego con las riñoneras? Pues de ésos. Imagina a un negro borracho metido en un chándal fucsia fosforito. Jajaja y si escucharas cómo lo explicaba él, te partes el ojete. Imagínatelo allí, en medio de todo el percal cuando sólo iba a un concierto. Pues el negro desapareció y no se volvió a saber de él. Nada más cerrar la puerta el negro, la rubia lo cogió de la mano y lo llevó al lavabo, le saco el rabo y empezó a lavárselo con jabón de manos. Se ve que lo hacía como el que limpia las gafas, con morbo cero. Lo vio raro, pero, al menos ya tenía la polla fuera y se la estaban tocando, decía. La rubia se la volvió a guardar y le preguntó si quería cenar, que iba a hacer una tortilla de patatas y que si él era de los de con cebolla o de los de sin cebolla. ¿Pero qué coño me está preguntando esta mujer de la cebolla?, si yo lo que quiero es follar, me cago en mi puta vida...

Se tuvo que comer la tortilla y encima con cebolla. ¿Te imaginas? ¡Qué asco por Dios con cebolla! Jajaja. Pues terminaron la tortilla y la rubia le dijo: Ven, acércate, guapo. Se acercó a ella, le desabrochó y bajó los pantalones hasta los tobillos y se la metió en la boca. Decía: Y sin lavarse los dientes, ¡me cagüendios!, que notaba hasta los tropezones en el capullo y encima me la estaba dejando apestada a cebolla. Pero la chupaba de vicio, eso sí lo tenía, sabía lo que hacía.
Le empieza a tocar las tetas y se ve que eran duras, que eran de silicona. Sigue bajando y le empieza a meter la mano por debajo de la falda y, ¿adivina lo que encuentra? Sí, una pitón buscando cueva. Jajajajaja. Ahí los saltitos que daba explicándolo ya se le iban tres pueblos. Decía que empezó a gritarle: ¡Quita, bicho!, pero que la rubia la tenía metida hasta la campanilla y se abrazaba fuerte, agarrándolo bien del culo para que no se pudiera soltar. Él le cogía la cabeza y hacía fuerza hacia atrás, pero era inútil, la rubia se había aferrado bien y él sólo hacía que girar la cabeza desesperado por si aparecía el negro a traición y le ponía el ojete en carne viva. La rubia decía: Cójgete en mig bojca, gjuapetón, quiejgo colajgeno. Al final le dio una hostia y se pudo liberar. La rubia se puso de pie, se levantó la falda y le enseñó una percha como el antebrazo de un vikingo mientras le decía: ¿No quieres probar a mami, bombón? Te gustará. Salió corriendo de allí mientras se subía los pantalones, que de poco se mata por las escaleras, y llegó al barrio con un color de cara que los que lo vieron creyeron que se había hecho gótico o emo o alguna cosa de esas de gente que no le gusta trabajar. Salió escaldao, pero se le pasó al día y medio, ya lo conoces. Después nos lo contó en el bar con unas birras y nos echamos unas risas. Dijo que le gustaría que hubieses estado porque a ti te gustaban sus historias más que a nosotros.

Él vendrá la semana que viene, ésta me tocaba a mí. Te traerá el lápiz rojo, el que te gustaba usar en Abril. Te dejo aquí el verde, que no me olvido que es el que te gustaba para acabar Mayo. En el fondo él y tú siempre habéis compartido rarezas...Encantadoras rarezas. Y no te preocupes, ha asumido tu legado, le enseñaste bien, cuida bien de nosotros. Ahora él es el blanco, como tú decías, la suma de todos los colores...Como tú.

Te echo mucho de menos amigo...



Y llorando a lagrima viva desde el fondo de su alma, como un niño, salió del cementerio.


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